Arte y memoria: "Un pueblo con memoria. Re-acciona!!" (por Mauricio Poveda)

sábado, 23 de abril de 2011

"Un pueblo con memoria, re-acciona!!" es un proyecto ARTivista de lo más interesante. He tenido la oportunidad de conocerlo de cerca y la suerte de compartir con este comprometido y maravilloso parche que es Dexpierte, así que podría contaros muchas cositas... pero mejor que lo haga directamente Mao, con su voz y desde sus palabras.
No dejéis de visitar su página en Flickr para alucinar con sus propuestas estético-políticas y estad atentos/as, que más acciones se están preparando!
Dexpierte en Flickr

Mauricio Poveda:
"Como parche de gente con memoria, Dexpierte surge como iniciativa juvenil ante la cruda realidad de olvido y desmemorialización que vive el país llamado Colombia. Como invitación a recorrer los olvidos que se nos han querido implantar con el tiempo y la historia de la cual hemos hecho parte lxs colombianxs; olvidos marcados por la mentira, el silencio y el dominio como parte estructural de un sistema político y económico genocida con su propio pueblo.
Desde esa mirada, Dexpierte plantea en la re*significación de los espacios públicos, su acción, su subversión, preservación y abordaje desde diferentes metodologías que lleven a plantear su configuración y construcción desde el plano participativo y popular, en donde se rescaten los diversos diálogos en los que se involucra la ciudadanía como parte del enriquecimiento simbólico de la memoria publica nacional.
Dexpierte no es más que una invitación a generar re*acciones en medio de la cotidianidad de la gente, inmersa en el campo laboral de la subsistencia y la explotación, Dexpierte no es algo más que una iniciativa de tantas otras que la historia y las organizaciones de este territorio han marcado en su memoria; Dexpierte esboza, desde una mirada artística popular y alternativa, el papel que dentro de la sociedad colombiana cumplen los escenarios y lugares de memoria publica colectiva existentes en la ciudad. Dexpierte es usted, soy yo, es el del lado, somos todxs lxs que en algún momento hemos decidido re-accionar ante el olvido y la historia de estas sangradas tierras."

En una de sus intervenciones en el espacio público, a finales de Enero, Dexpierte y algunos representantes del grupo de Hijos e hijas por la memoria y contra la impunidad de Colombia y de México, hicieron un mural en una de las calles centrales de Bogotá, con las caras de tres desaparecidos - asesinados en los años 80, por su implicación social como políticos y sindicalistas. Gente con Memoria - calle 19 Bogotá
Semanas después, el mural apareció tachado y con la palabra "terroristas" escrita sobre las caras dibujadas de Faustino López, Miguel Ángel Díaz y Jaime Pardo Leal. Memorias en Represión
Para leer los comunicados y reflexiones que este hecho provocó en las personas que lo hicieron, no tienen más que pinchar en el título de esta entrada.
Para expresar las reflexiones que les surjan, no tienen más que dejarnos un comentario.
Gracias.
Comunicado 
Hijos e Hijas por la Memoria
y Contra la Impunidad en Colombia.
Capítulo México
"Gente con memoria: reacciona y persiste"
El 5 de septiembre de 1984, Miguel Ángel Díaz (restaurador, líder sindical y miembro del Partido Comunista) y Faustino López (líder campesino y miembro del Partido Comunista), son desaparecidos en Puerto Boyacá en un operativo conjunto del DAS, fuerzas militares y paramilitares del MAS comandadas por Pablo Guarín Vera. El 11 de octubre de 1987, Jaime Pardo Leal (miembro del Partido Comunista y presidente de la Unión Patriótica) es asesinado por paramilitares en la Mesa, Cundinamarca.
Enero de 2011: un grupo de jóvenes decidimos realizar una acción de digna memoria en el centro de Bogotá para romper el silencio y la impunidad frente al genocidio de la Unión Patriótica y la desaparición forzada como estrategia de represión de Estado. Mediante el arte y la apropiación del espacio público, construimos colectivamente un mural en una de las calles más transitadas de la ciudad (Calle 19 con Carrera 8va). Mediante la alegría y el color, hicimos presentes los rostros de nuestros compañeros y padres, así como la esperanza y vigencia de sus luchas y las de todas las personas y organizaciones que han apostado por la transformación de un mundo donde quepan muchos mundos.
Febrero de 2011: a no menos de tres semanas de elaboración de esta expresión crítica, libre y decidida, recibimos respuesta violenta de quienes justifican estos crímenes de Estado y legitiman la impunidad de los hechos, señalando y estigmatizando a las víctimas para invalidar las luchas políticas y los procesos de reconstrucción de memoria, verdad y justicia. El mural amaneció rayado con la palabra “terroristas”; los rostros tachados con el mensaje de “prohibido”, prohibido recordar, prohibido pensar, prohibido actuar; y además, una variación de la cruz celta, símbolo usado por grupos fascistas, anticomunistas y de ultraderecha.
El mural que construimos no es la primera expresión de dignificación de las víctimas de crímenes de Estado, pues por muchos años hemos persistido, resistido y con creatividad impulsado nuestras luchas por la memoria. Pero tampoco esta acción violenta es un hecho aislado. Otras iniciativas como el Monumento a las Víctimas de la masacre cometida por paramilitares en San Onofre y a la memoria de Manuel Cepeda (Senador de la UP asesinado en un operativo conjunto de las Fuerzas Militares y paramilitares); así como los murales a Nicolás David Neira (asesinado brutalmente por el ESMAD) y Jaime Garzón (asesinado por sicarios que actuaron a ordenes del DAS) en Bogotá, han sido agraviados y violentados.
Paradójicamente, monumentos a victimarios permanecen intactos en el espacio público, frente a nuestras casas y en nuestras plazas, como el busto del líder paramilitar Pablo Emilio Guarín en Puerto Boyacá, uno de los responsables de la desaparición forzada de Miguel Ángel Díaz y Faustino López, y del fortalecimiento y expansión del modelo paramilitar en Colombia.
Sin duda esta acción violenta es muestra de la inexistencia de las garantías para la expresión libre y crítica en Colombia; de las representaciones sociales construidas desde los discursos institucionales y de ultraderecha, que invalidan las propuestas disidentes y polarizan y simplifican la realidad; de la mera formalidad de los discursos legales sobre verdad y justicia que no se reflejan en los ámbitos cotidianos, ni en el espacio público en donde caminamos la palabra; de la ilusión de quienes hablan del post-conflicto en un país en donde la represión de Estado es pan de cada de día, violando el derecho a la verdad que como personas y sociedad tenemos.
Este mural es suyo y nuestro, lo construimos en la ciudad donde transitamos todos y todas, dignificando nuestra historia común para ver el pasado de frente y transformar el futuro. Por esto, la respuesta violenta que hemos recibido nos debe interpelar como sociedad, nos debe llamar a defender el derecho a la memoria y los espacios en donde se exprese, sin que ésta se limite a la creación de monumentos y placas, pues la memoria sólo cobra sentido si logramos romper la lógica sistemática del terror de Estado y su legitimación social.
Convocamos a todas las personas, organizaciones, medios de comunicación, comunidad internacional e instituciones, a suscribir este comunicado como un acto simbólico de condena a todos estos agravios que intentan imponer versiones del pasado que garantizan la impunidad y justifican los crímenes de Estado. También como un acto que contribuya a la construcción de la democracia en donde los derechos a la memoria, la verdad y la justicia son un imperativo.  
Gente con memoria …  reaccionemos!   

DERECHO A LA MEMORIA
José Antequera Guzmán.


Hace un mes un grupo de jóvenes decidió realizar un mural en plena calle 19 con carrera 7, en el corazón de Bogotá, dedicado a la memoria de Miguel Ángel Díaz y Faustino López, primeros desaparecidos cuando recién se creaba la Unión Patriótica. Se trata de una evocación artística de quienes también fueran líderes sindicales y gestores de la cultura, donde se suma el rostro de Jaime Pardo Leal, figura emblemática de ese  proyecto inconcluso por la paz con justicia social.

No obstante su carácter dignificador y su significado fundamental como fuerza creativa en los tiempos  en que la voz de  juventud ha sido relegada de los debates nacionales, hoy el mural aparece tachado con la palabra “terroristas” y cada rostro por separado con una raya que dice “prohibido”.

Este mural es mucho que más que una “pinta”. Mientras algunos siguen defendiendo  la memoria como un recurso exclusivo de las víctimas, en este caso se demuestra el compromiso de una generación que entiende el imperativo de la identificación con los asesinatos y las desapariciones,  sobre los que se ha estructurado su país, su orden social. Aún más, en contra de quienes ven en la memoria una apelación a la muerte desagradable, el mural está cargado de colores, alcanzando el punto en que el dolor se transmuta en arte, como dijera Durrell. Trascendiendo las formas de recordar tradicionales de la propia izquierda, que en ocasiones se olvida de que los legados de lucha pertenecen a la humanidad y no sólo a los afiliados militantes, cualquiera puede ver en él  los rostros de la vida, hermosos como fueron, con aves de colores como marco.

Entonces, que el mural aparezca tachado es mucho más que una simple contra-libre expresión en un muro. Si en este país se viene hablando de verdad, justicia y reparación, y tantos políticos, medios e intelectuales vienen reconociendo el carácter imperativo de estos derechos, no puede soslayarse la dimensión colectiva de los mismos que corresponde a la sociedad, y a la juventud de manera especial, con omisiones de garantía y protección inexcusables. El derecho a la memoria, no sólo puede corresponder a la creación de monumentos y placas, sino que tiene que significar la ruptura del régimen de legitimación de los asesinatos y las desapariciones. Aún más, este derecho tiene que asumirse como la apertura a la participación en el espacio público,  allí donde durante décadas han imperado el silencio y la indignidad.

Por esto, es fundamental que este caso que puede parecer un asunto aislado y sencillo propio de las reglas de la calle movilice muchos actores, medios, instituciones, y ciudadanía, por el derecho a la memoria. Ya se viene reclamando este derecho en casos como la demanda de protección del Monumento a las Víctimas en San Onofre, o en el sentido contrario, en el caso del monumento al paramilitarismo, instalado en la entrada de Puerto Boyacá, donde precisamente fueron desaparecidos y torturados Miguel Ángel y Faustino.

La defensa de un legado general, la garantía para ejercer esa defensa por parte de la sociedad; allí están los núcleos de una demanda ascendente que espera encontrar respuestas. Mientras tanto, seguiremos pasando frente al mural que ahora nos sabe decir que el post-conflicto es una farsa que no se limita al campo de los combatientes.

0 comentarios: