Colombia por partes III: Santander y sus "hormigas kulonas" - por Laura Badillo

miércoles, 2 de febrero de 2011

Nota de la editora: ponemos kulonas con K, no porque se escriba así. Razones tenemos, pero ustedes sigan escribiéndolo correctamente ;)

¿Alguna vez pensaron en comer hormigas? ¿No? ¿Ni en sus mejores sueños y/o pesadillas?

Hormiga kulona
Bien, pues esta es la ocasión perfecta para que se acerquen a este manjar que nuestra santandereana de hoy, Laura Badillo, define como sencillo y delicioso.
Laura, como buena historiadora (además de activista feminista) nos cuenta que comer hormigas no es solamente eso, comer hormigas, si no que es un acto que nos conecta, directamente, con los Guane (pueblo indígena de la zona que desapareció allá por el siglo XVI) y con Santander, uno de los departamentos de Colombia situado al nororiente del país. La capital es Bucaramanga y una de sus ciudades principales es Barrancabermeja, de la que ya nos habló Sam hace unas semanitas. El departamento recibe su nombre por uno de los "héroes" de la independencia de Colombia: Francisco de Paula Santander, militar, estadista y político colombiano, conocido como "el Hombre de las leyes" y que acuñó la famosa frase que se encuentra en la Plaza Bolívar de Bogotá dirigida a todo el pueblo colombiano: "Las armas os han dado la independencia, las leyes os darán la libertad".
Montañas santandereanas

Esta región es conocida por sus montañas (por aquí pasa la cordillera oriental de los Andes) y sus mesetas, por sus pueblitos coloniales (como Barichara, Guane, San Gil, Girón, etc.) y por el turismo ecológico y de deportes extremos.

Barichara
Parque del Gallineral, San Gil











Los y las santandereanas tienen fama, entre el resto de colombianos, de ser personas tirando a conservadoras, directas, sinceras, un poco rudas en su forma de expresarse y bien "berracas" (que dirían por aquí), "tiradas p'alante" que diríamos en las Españas.
Teniendo en cuenta que, no sé muy bien por qué, pero estoy bastante rodeada de santandereanos y santandereanas, añadiría que son personas fuertes, luchadoras y muy buena gente.
¡A ver si va a ser por estas hormigas...! Veamos qué nos cuenta Laura...


LAS HORMIGAS, UN DELEITE ANCESTRAL
Laura Badillo Ramírez

Tenía siete años cuando las hormigas aparecieron en mi vida. Era un día como cualquiera, sólo que empezaba un ritual alimenticio que es necesario aprender cuando empiezas a comprender mejor el mundo. Así funcionó conmigo. Fue mi papá quien las llevó vivas, las cocinó (sofriéndolas en aceite caliente) y se desprendió un olor difícil de olvidar. Luego, como si fueran el mejor y más delicioso manjar, me las dio a probar y así empezó todo, sencillo y delicioso. Años más tarde, cuando entré en la universidad (en el primer semestre de historia para ser más exacta), aparecieron “Los Guane”, un pueblo indígena extinto en el siglo XVI, asentado en las zonas donde se producen actualmente el mayor número de hormigas para comercializar (Barichara y San Vicente). Para ellos, el principal alimento proteínico eran las hormigas. En ese momento, realicé la conexión, inmediatamente comprendí que las “HORMIGAS KULONAS” (como son conocidas) son un legado alimenticio, ancestral y emblemático, que distingue a la región de Santander, Colombia.
Cuando se comenta que en Santander comemos hormigas es considerado (inclusive en otras regiones de Colombia) algo “rarito”, “asqueroso” y que “da impresión”, por mencionar algunos de los adjetivos que se escuchan, proseguidos de gestos que dicen mucho más. No obstante, para quienes somos hijos e hijas de esta tierra, comer hormigas es algo apreciado, es un alimento tradicional, cuyo éxito se garantiza mucho más cuando se aprende en la niñez, cuando la interpretación de la vida no está basada en los prejuicios, cuando tienes curiosidad y porque, además, quien te las da a probar es de la familia, con autoridad para ofrecerlas. Sin embargo, la mayor seguridad de continuar comiéndolas está en probarlas con su sabor, su olor y su riqueza alimenticia. En otras palabras, si se permite la comparación, es como comer frutos secos  o “pipas”.
Se les conoce como “hormigas kulonas” porque su longitud es aproximadamente de dos centímetros, con una extremidad posterior bastante grande. Su color es marrón intenso y tiene alas parecidas a la forma de hojas, alargadas y transparentes. Este bello insecto es uno de los símbolos identitarios de quienes han nacido y habitan esta región, expresado en logotipos y souvenirs, entre otros.
Las hormigas que nos comemos son recogidas en los meses de marzo a abril por campesinos y campesinas que proveen la producción del año. Por ello, su valor es bastante significativo en el mercado y si se preguntan quiénes obtienen los mayores dividendos, la respuesta está en los intermediarios.
El ritual de recolección de las hormigas es parte de un negocio familiar donde participan padres, madres, hijos e hijas y empieza muy temprano en la madrugada, cuando esperan la salida de las hormigas macho que son como los soldados de las hormigas hembra, que las “protegen”. Estas hormigas macho, cuentan los campesinos y las campesinas santandereanas, son atraídas hacia trozos de tela que se convierten en elementos distractores para recolectar las hormigas hembra, que son las que nos comemos. 
La preocupación por este ritual recolector es que esta especie de hormiga no se extinga como “Los Guane”, por ello se han realizado estudios para cultivarlas y hacer estimativos de su población para periodos de corto, mediano y largo plazo.
Poco a poco, las hormigas se han revalorizado no sólo en los mercados internacionales, sino también en restaurantes gourmet de Barichara (un pueblo tradicional de la época de la colonia), por ejemplo, a través de la elaboración de salsas con base en dichas hormigas. De esta forma, se revaloriza este alimento tradicional introduciendo, además, nuevas recetas que enseñan otras formas de cocinarlas y comerlas.
Sin embargo, para mí las hormigas son un legado que mi papá recibió de su familia y que me enseñó a muy temprana edad. Ellas representan la sobrevivencia de las costumbres alimenticias de los indígenas que habitaron ancestralmente este territorio, a partir de una práctica cultural de la que fuí testiga en la cocina hace años y que hoy se vende en tiendas de terminales, aeropuertos y en restaurantes gourmet.

3 comentarios:

Nathalie Blanco C. dijo...

Laura leerte es una delicia, me llevaste a mi niñez cuando gozaba de las delicias de mi tierra, y me das una información que no tenia ni idea, el origen del manjar (las H.C) un abrazo.

Nathalie Blanco

Anónimo dijo...

Delicioso escrito. Abrazos!!

Anónimo dijo...

Grato leerte, y a través de las palabras recodar tus gestos y maneras al hablar. Interesante conexión estableces con nuestro ancestral origen primigenio a través de la experiencia vital de la gastronomía. Podemos imaginar madres, abuelas, bisabuelas, tatarabuelas, en compañía de los suyos, recolectando y comiendo insectos en medio de un feliz ritual embalsamado con el acido olor de las hormigas, acompañados de un buen sorbo de guarapo. Saludos.