¿Quién dijo que la Insumisión se ha acabado?

sábado, 29 de enero de 2011

Querid@s,
una reflexión bien actual y necesaria para estos tiempos que corren, ahora que se han cumplido veinte años de los primeros juicios que pusieron en marcha el movimiento insumiso en España.
¡No perdamos de vista lo que nos puede enseñar este ejemplo de desobediencia civil!
Tanto para la experiencia colombiana, donde el servicio militar sigue siendo "obligatorio" (para unos más que para otros, claro) y donde lo militar se hace presente en cada esquina (con consecuencias de todo tipo, pero todas bien graves), como para otras luchas antimilitaristas alrededor del globo pues, como bien explica Julián García Olivares del MOC (Movimiento de objeción de conciencia), la insumisión sigue siendo necesaria para plantear otros modelos de sociedad y de relación.
Pasen y lean!


20 años de INSUMISION

Julián García Olivares
Alternativa Antimilitarista-MOC
Internacional de Resistentes a la Guerra

El 21 de enero se cumplen 20 años de los primeros juicios en Albacete a 6 insumisos, cumpleaños de un fenómeno social que cuestionó al militarismo y puso al Estado en una situación nunca jamás vista. Durante una década, la campaña de desobediencia civil a los ejércitos fue un pulso de reconocido carácter noviolento y una herramienta que sirvió, entrados en el siglo XXI para finiquitar la mili y sus sucedáneos en este país. Fue una década de esfuerzo colectivo y de un coste personal alto. Fueron muchas las personas, hombres y mujeres, y no sólo los insumisos, los que pusieron a la recluta forzosa en cuestión hasta abolirla. El éxito social por cambiar leyes injustas, en este caso, no se puede cuestionar pasado el tiempo. Hemos crecido y los insumisos nos hemos esparcido en la utopía, olvidándonos de la realidad vivida.

Poniendo la mirada en el pasado y los pies en el presente vemos que la situación actual no es más halagüeña. Anquilosados en los años 90, el antimilitarismo pierde presencia social pero mantiene el sentido de que “ningún ejército defiende la paz”, y sigue en pie de paz cuestionando con la acción y la crítica espacios de debate y cambios para crecer en una sociedad más justa y participativa. Pasado el tiempo descubrimos como unos y otros se acercaron al “pacifismo de temporada”, por el de conveniencia, por el fogonazo de los momentos bélicos internacionales, por estar o ser. Pero todos dejaron una huella en el paso de la historia de estas dos décadas de antimilitarismo.

Hoy, seguimos desarmados, desparramados pero presentes en la calle, en la conciencia social, cuestionando el salvajismo acentuado y los intereses de la OTAN, en Lisboa, Estrasburgo, Albacete, Afganistán…o en cualquiera de sus guerras, estudiando su arsenal barroco y mortal, cuestionando a paramilitares y cualquier grupo armado, haciendo objeción fiscal, denunciando que la crisis no llega a la industria militar, que por el contrario crecen sus beneficios e inversiones estatales y sus relaciones con la “banca-militar”, denunciando el machismo aún imperante por mucha incorporación de la mujer al ejército (que también cumple ahora 20 años) y no ha mejorado sus valores de igualdad. Seguimos cuestionando desde lo pequeño al monstruoso poder de los ejércitos en sus cientos de guerras que actualmente llenan el Planeta. Y seguimos hablando de los campos de tiro como centros de preparación opaca de las guerras, y buscamos nuevas formas de resolución de conflictos, haciendo un trabajo silencioso de educación para la paz. Después de 20 años seguimos hablando de antimilitarismo, porque si callamos nuestra boca será una herida en la cara.

Y vemos futuro, y hay trabajo antimilitarista que silenciosamente, en pequeños gestos se sigue enfocando al ejército como una amenaza, como el baluarte que defiende una economía sometida de la que dependen, manipulándola a su antojo y destinando las mayores inversiones de toda su historia. La tecnología militar busca nuevas amenazas y llega a extremos que a los civiles nos parecen ciencia ficción. Por eso, los insumisos seguimos pensando que la mejor estrategia del ejército es su retirada, y a nuestro tole-tole, seguiremos buscando nuevas formas de defensa más humanizada, civil, compartida, sostenible y noviolenta.
¿Quién dijo aquello de que la INSUMISION se ha acabado?
  

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